
Pero en una sociedad donde la naturaleza está al
servicio de los deseos del hombre esto no constituye un atentado. Como afirmaba Horkheimer: “El
dominio de la Naturaleza implica el dominio del ser humano”.
Tal vez piensen que me he precipitado por los solamente 10,4€ que cuesta el DNI, pero el valor límite permisible es
algo que concierne a cada uno por sus medios de vida; por supuesto, los de un mendigo
distan mucho de los de un banquero. También habrá quien piense que ser español tiene unos privilegios que bien valen esta miseria, pero lo cierto es que a nadie
se le ha preguntado si desea adquirir estos privilegios.
Solemos pasar por alto estos pequeños detalles de gran calado, y no son tan inofensivos
como parecen. Recuerdo por ejemplo en mi niñez la consideración de los bancos como
entidades seguras para proteger el dinero de robos y otros expolios caseros. El trato
con los bancos se basaba en una relación contractual satisfactoria. Hoy el
funcionamiento con los bancos es una obligación legitimada directa o
indirectamente por la administración pública. Muchas de las obligaciones fiscales
son imposibles de atender sin cuenta bancaria; hay desgravaciones imposibles
sin su correspondiente reflejo bancario y la mayoría de servicios de primer orden exigen domiciliación bancaria. Pero no existe el instrumento público
equivalente. El resultado es que de cobrar antaño un
pequeño interés por el dinero en cuenta, los bancos ahora te descuentan dinero por
administrarla y por cada apunte bancario, y por cualquier gestión en general. Uno
es prisionero de su propio dinero.
Sin embargo, el control estatal a través del panóptico (*) bancario, retorna con efectos nocivos para el aparato del estado. Se depende instrumentalmente de quien suministra las cifras económicas del ciudadano y es una ingenuidad, como está de sobra testado, querer controlar con sus propios datos, a los entes que las proporcionan. En lo que la administración pública no reparó, es que dando de comer gratis al tiburón en la boca, quedaría prendida en sus fauces sin poder soltarse.
Sin embargo, el control estatal a través del panóptico (*) bancario, retorna con efectos nocivos para el aparato del estado. Se depende instrumentalmente de quien suministra las cifras económicas del ciudadano y es una ingenuidad, como está de sobra testado, querer controlar con sus propios datos, a los entes que las proporcionan. En lo que la administración pública no reparó, es que dando de comer gratis al tiburón en la boca, quedaría prendida en sus fauces sin poder soltarse.
(*) (Foucault, M; "Vigilar y castigar". Biblioteca nueva. 2012).
joanbahr@ymail.com
Acabo de pasar por la misma experiencia con mi hijo de 13 años. Siendo en DNI un documento de obligada formalización, por interes de un Estado controlador, debería ser gratuito; la licencia de conducir, por ejemplo, se entiende que sea tasada, porque nadie está formalmente obligado a comprarse un coche y conducirlo. La identidad, pues, tiene un precio. En USA, creo, no hay DNI, y los índices de control de la ciudadanía no son más bajos que aquí.
ResponderEliminar